Fue en la ciudad de Coquimbo donde surgió Juan Marín, también llamado como “Giovanni, el mago de los niños”, dada su profunda dedicación al ejercicio de esta práctica artística para el siempre en ascenso público infantil (sobre todo desde la década de 1970). No obstante, además de esta especialidad, Marín tuvo una inigualable trayectoria que viene muy de cerca de la imprenta, los libros y el boom de festivales y congresos de magia entre 1970 y 1980.
Su trayectoria histórica comienza en la costa del Norte Chico, siendo hijo del dueño del diario regional de Coquimbo, lo cual lo impregnará de una de sus primeras grandes dedicaciones: el periodismo, el cuál estará muy ligado a la magia. ¿Cómo se dará este cruce? Pues también tiene mucho que ver con su otra faceta ligada al ilusionismo. A sus 7 años ya tenía profundo interés en este arte, pero las dificultades latitudinales, la escasez de libros y el permanente centralismo le dificultó adquirir conocimientos, al menos de esta manera. Su estrategia para saber mucho más se basó en visitar los camarines y secciones especiales de los magos que visitaban la ciudad. Su calidad de hijo de periodista de dicho diario le permitía tener entradas gratuitas y el privilegio de conversar con algunas figuras emblemáticas de la
época, tales como el Mago Oliver, el Mago Romario, el Mago Orsini, entre muchos otros. Estas instancias, sin querer, se convirtieron en su escuela, ya que su interés fue compensado con la transmisión de conocimientos y puesta en práctica que estos grandes magos le otorgaron.
Marín aprovechó al máximo estos encuentros únicos y fortuitos, pero aún así, necesitó de una compañía mucho más permanente y que le permitiera establecer redes en el mundo mágico. Así, al pasar los años, siendo ya una persona dedicada al periodismo, y en el marco de su participación en el Aquelarre Boletín (perteneciente al Círculo Mágico de Chile) y en la formación de su propio medio independiente “Machitún”, realizó diversos viajes a Santiago, la capital de Chile. Es en este punto cuando establece un vínculo con Roberto Ríos Ossa, mago quien le da un contacto muy especial: Antonio Martinic. Este mago, quien tenía una de las bibliotecas más grandes de magia de Chile terminó siendo su “mentor” y principal influencia en la carrera de Marín. Sin embargo, su conocimiento no sólo fue alimentado desde la práctica de habilidades prestidigitadoras, sino que también Martinic lo inculcó a la práctica de la ventriloquía, en especial de la mano de sus muñecos “Don Tieso” y
“Panchulito”, dando origen a su muñeco personal “Don Perico”, lo cual le amplió su desenvolvimiento hacia tipos de espectáculos de variedades.
Este último aspecto le hizo asociarse, en 1979, con Enrique González Ilabaca para formar la productora Varieté. La relevancia de este hecho fue el resultado de esta larga trayectoria que combinó periodismo, formación de redes de magos y conocimiento de la amplitud de los espectáculos de variedades, todo lo cual empujó a amplificar la difusión de la magia en Chile, sobre todo con la importación de reconocidos artistas extranjeros. Estas ideas se materializaron en instancias como la Gira Internacional de Magia. Al mismo tiempo, Marín dio forma y contenido a la televisión de espectáculos, asistiendo a programas con mucho éxito, tales como “Viva el Lunes”, “Sábados Gigantes”, “Éxito”, entre muchos otros.
De esta manera es cómo Juan Marín emprendió una carrera versátil, destacada por su constante relación entre diversos personajes, sobre todo, relacionados al ámbito de la entretención. Aún así, Marín siempre fue “Giovanni”, con una amplia dedicación al público infante, entregándoles “El mágico mundo de Giovanni” que le llenó de satisfacción por muchos años.