Es imposible analizar la historia de la magia en Chile durante la década de 1960 sin siquiera mencionar al Mago Sanders. Su trayectoria y su participación en instancias festivas y competitivas durante este periodo lo hace un eje importante a conocer, precisamente, para reconocer otro tipo de acciones y movimientos que recurrían los magos con el fin de mantenerse en el conocimiento público y le rindiera cuentas para vivir de este noble arte.
Fernando Ulloa era su nombre original. “El caballero de la media-noche” era su principal apodo o nombre artístico y se debía al legado otorgado por su padre, quien también se denominaba así en calidad de mago. Dicho nombre se hizo bastante presente tanto en la prensa escrita como en los escenarios predispuestos a espectaculares jornadas de magia. Para la década de 1960, Sanders ya contaba con poco más de 20 años de experiencia en el rubro. Por lo tanto, no es de extrañar su éxito en instancias que requerían demostrar destreza y entereza, más aún si venían de un mago con un particular estilo.
Especializado en la prestidigitación, específicamente en manipulación, se dedicó mucho tiempo a actos que ocultaban tantos secretos. A dónde se iba el naipe, la moneda, las pelotitas, etc., eran las interrogantes de su público, pero que, de todas maneras, también se veía beneficiado por otro tipo de números del gran espectro de la magia que dominaba Fernando. Sin duda que su espectáculo le valía el asombro tanto en magia de salón como en escenarios grandes. Esto último
quedó demostrado en 1965, momento en el que participa del Festival de magia de Viña del Mar, realizado en el verano de aquel año en la concha acústica de la Quinta Vergara. Su participación estaba a la par de personajes tan relevantes como Harba Lay, Mago Chan Du, e incluso, Emile Schaller, conocido como el Mago Oliver. Este personaje en particular fue su principal inspiración, mentoría y tutoría. Esta concentración de artistas, en lo que fue una versión más acotada del recordado Festival de 1964, implicó el particular reconocimiento de esta región a la gran actuación de Sanders.
Para 1966, Sanders viaja a Perú en lo que fue una nueva versión del Congreso Sudamericano de Magos, específicamente en Lima. Su participación no pasó desapercibida, y fue gracias a su talento que resultó ganador. Este reconocimiento también iba de la mano con la gestión que el mago Sanders impulsaba desde hace algún tiempo, referida a gestionar sus participaciones de manera más autónoma o independiente. De hecho, una de las personas que lo acompañaba siempre era su partenaire Laila, quien también resultaba ser su esposa. Para 1968, aprovechó la organización de la Municipalidad de Valparaíso en lo que fuera la Feria de la Costanera, muy cercana a la actual Plaza Victoria, para realizar algo único. Esta feria se tomó el espacio público en aquel febrero, resultando ser un mega-espectáculo con alta participación musical. La actuación de Los Ramblers, la orquesta Cubanacan, Palmenia Pizarro, La 4 dientes, entre otros
fueron un enganche para la población de ese tiempo que vivía al son del beat y la melancolía de la Nueva Ola. Ulloa aprovechó esta altísima convocatoria y montó lo que fue su “Teatro Mágico Sanders”. “El público que lo ha visto aún no se explica cómo puede hacer desaparecer a una persona del público, ante la vista de todos”, reseñaba en aquellas semanas el diario La estrella de Valparaíso. “Lo curioso es que la desaparición es lenta y la gente puede percatarse de cada etapa de esta atractiva y sorprendente prueba”.
En el mismo diario, el carácter de independiente de Sanders revelaba una complejidad mayor. “Él se independizó, pero hasta el momento no le ha ido muy bien. ‘Lo que pasa es que en Chile -dice- no tienen los magos tanta aceptación como en otros países. Tengo amigos y conocidos que hoy triunfan en otras regiones del mundo. Pero ellos no tienen compromisos. Yo, en cambio, debo cuidar de mis tres hijos’”. Si bien el talento era gratamente recibido, incluso con reconocimientos, este no siempre iba del todo acompañado con la capacidad de subsistencia y rentabilidad. Y esta realidad es algo que afectó a tantos otros magos de aquella época, o inclusive, en la actualidad. De todas maneras, Sanders siempre se hizo notar y marcó un importante hito en la historia de la magia, sobre todo en esta particular década. Queda impregnada en la memoria del ilusionismo su particular destreza y su vistosa indumentaria, totalmente de blanco, algo que difería en tono y personalidad a la vestimenta típica de un mago.