El espectáculo de variedades se consolidó durante el extenso siglo XIX, para luego, en las primeras décadas del siglo XX, abrirse a múltiples escenarios que trascendían los espacios culturales europeos y norteamericanos. Así como se expandía la frontera de territorios por conquistar con esta forma de entretenimiento, también se ampliaba el abanico de vistosos números para el deleite de las masas que colmaban palcos, galerías y plateas. Para el grueso de la década de 1920 en Chile, esta noción de variedades se encarnó en “The Aucklands”, un grupo de artistas que descontrolaron las boleterías de los principales teatros nacionales ante la demanda de público.
Lo que atraía del espectáculo de variedades de The Aucklands, en primer lugar, era su fama. En uno de los anuncios de diarios, los presentaban como “Debut de las notables celebridades mundiales (…). Artistas ingleses procedentes del Coliseum de Londres”. Sólo con esto, varias familias o matrimonios compraban a ciegas sus respectivas entradas, pues tal reputación no podía ser en vano. Sin embargo, la pregunta más sincera que se hacía era ¿Quiénes son The Aucklands? ¿Qué ofrecen? Pues es ahí donde radicaba, en
segundo lugar, el interés y la atracción del honorable público. De manera general, este cuadrito de variedades traía a dos parejas: por un lado, a Sam y Betty Auckland, o también llamados Mr y Ms Aucklands. Esta pareja se dedicaba a ofrecer un número musical basado en la concertina inglesa, aunque abundaba la música latente de la década, como lo era el foxtrot. Incluso, había momentos para la cueca.
Para el público, la vara en el ámbito musical bailable ya estaba completa. El show debía ofrecer otro aspecto que, por ejemplo, hiciera reír. O para quienes tuvieran más exigencia, les hiciera sorprenderse y asombrarse. A partir de esto, en tercer lugar, estaba la atracción por el número ofrecido por el ilusionista Hinsle y su acompañante o “partenarie” Miss Gertie Res. Este momento era bastante particular pues Hinsle también exacerbaba su faceta humorística, por lo que la magia realizada tenía un carácter cómico e irrisorio. Para la prensa, se hablaba de que Mr. Hinsle demostraba “poseer todos los conocimientos de los maestros en este arte; pero ejecutando pruebas como un excéntrico y presentando un material de primer orden, elegante y con mecanismos perfeccionados”.
¿A qué se referían con esto último? Pues a las diversas pruebas de ilusionismo realizadas desde técnicas prestidigitadoras, como también, excentricidades curiosas. En cuanto a su faceta humorística, abundaban las imitaciones y parodias.
Por último, en cuarto lugar, la gente se atraía por un curioso tercer integrante, o también, un tercer ámbito de espectáculo de variedades. Se trataba del milagroso “Canario cantante Stan”, un singular plumífero que apoyaba actuación y canto sinfónico en extractos orquestales, “conocidísimo en Europa merced a las audiciones que ha dado durante largo tiempo en la Wireless Broadcasting, por radiofonía”. Bastante variado el asunto y, fue esa misma curiosidad que les valió a The Aucklands y Hinsle una halagadora acogida en el país, como también, un espacio de dedicación y predilección de muchos espacios culturales. No era extraño que se llenaran Teatros como el Victoria en Valparaíso, el Olimpo en Viña del Mar, o también, en Sewell. Lo que más quedó demostrado fueron las múltiples facetas con las que se desplegaban en el escenario, siendo siempre lo más elogiado el número artístico mágico.